Aunque es mucho más famoso el de Finisterre, la verdad es que el Cabo Touriñán, en A Costa da Morte de A Coruña, Galicia sí es el que más se adentra en el Atlántico de las costas españolas. Después de Cabo Vilán es la zona más peligrosa y con más índices de naufragios, en parte por culpa de O Centolo, una enorme roca que con sus corrientes y bajíos parece atraer a los barcos, sobre todo con temporal.
Para avisar de este y otros peligros se levantó el faro de Touriñán. Es un faro doble, puesto que aún se mantiene el original de 1898, pero es una pequeña torre de sólo 8 metros sobre un acantilado de 50 de altura, por lo que su luz, sólo visible a 10 millas resultaba insuficiente. En realidad el faro antiguo es solo una casita de la que sobresale la torre. Como curiosidad comentar que la luz de este faro antiguo es la original que se sustituyó, del faro de Cabo Vilán. A esta torre original se le adosó otra cilíndrica, de hormigón en 1981 con la que el radio de visión se amplía a las 24 millas.
En lo alto del Cabo siempre sopla el viento, no es extraño puesto que se encuentra en la ruta del pasillo migratorio de gran cantidad de especies de aves. Pero este viento constante, unido a la aridez del paisaje circundante lo convierte en un lugar inhóspito, y viendo la violencia del mar es fácil imaginar la multitud de naufragios que han ocurrido en sus costas.
Pero, como no hay mal que por bien no venga, lo batido de sus rocas, hace que en ellas crezcan en abundancia el marisco más preciado, por eso en verano y con la marea baja, de las rocas de Touriñán los percebeiros recogen los percebes más cotizados de Galicia con grave riesgo para sus vidas.
Marga G.-Chas Ocaña